What a wonderful world

A cada día que pasa soy más consciente de que la razón por la que me cuesta tanto ir a clase no tiene que ver con los profesores, con las asignaturas o con salir de la cama temprano ahora que hace tanto frio. Lo que me desmotiva y hace que cada día parezca eterno es la gente con la que convivo allí. No digo con esto que todo sea malo, que no me lo pase bien con algunas personas, ni siquiera que sean la mayoría los que me desquician... Pero a veces solo hace falta una persona para aguarte la fiesta y en este caso, pese a que hay uno considerablemente peor que el resto, son más de uno.

Cuando volví al instituto pensé que iba mentalizada contra lo que podría encontrar allí, con volver a estar rodeada de estudiantes que apenas rozaban la veintena. Había esperado que fuese malo, que hablasen, que no se lo tomasen del todo en serio, incluso que hubiese algún grupillo... pero ni mis bajas expectativas estaban a la altura de la lamentable realidad. Porque cada día que pasa, cada vez que les veo intentar que faltemos a clase, que intentan retrasar los examenes, que no se cortan a la hora de hablar por encima de los profesores, que ni siquiera se esperan a que les den permiso para levantarse. que piensan que la injusticia esta en que su compañero tenga 0,25 más que ellos... ¿Que quereis que os diga? Me deprime pensar que esta es la generación con la que tendremos que convivir, ¿es esta la generación que debería ayudar a levantar este pais?
Pues espero que ellos sean una minúscula minoría porque sino estamos MUY jodidos, con perdón.

Me hace tambien pensar en una frase que ha compartido con nosotros el profesor de Auditoría, que al parecer dijo un economista muy viejo y sabio cuando le preguntaron que mundo ibamos a dejarles a nuestros hijos.

"No se trata de que mundo vamos a dejarle a nuestros hijos, sino de que hijos vamos a dejarle a este mundo"

La verdad es que me pareció una frase preciosa. Lo mejor que podemos hacer por este mundo, por el futuro de todos, es enseñar a nuestros hijos y a todo aquel que nos rodea a ser honesto, a tener unos ideales, a creer que puede ser capaz de cualquier cosa. El futuro esta despues de todo en nuestras manos, en la mano de cada padre, de cada madre, hermana, maestro... A los que han estado ahí por mí, gracias.

What a wonderful world

Y ahora, para poner algo de azúcar a la entrada vamos con esa receta que os debía :)

Pastel de piña y coco

Ingredientes:

­  * 210 g de harina

­  * 30 g de azúcar

­  * 2 cucharadas de levadura en polvo

­  * 225 g de rodajas de piña en conserva sin azucar

­  * 1 huevo

­  * 3 cucharaditas de mantequilla

­  * 1/2 cucharadita de esencia de vainilla

­  * 50 ml de leche semidesnatada

­  * 10 ml de ron blanco (esto decidí que sería opcional y lo omití. Si alguien se anima a probarlo ya me dirá.)

­ ** Coco rallado para adornar

Preparación:

Precalentamos el horno a 175ºC y preparamos el molde. Lo untamos bien con mantequilla, comprobando con un poco de harina que no se nos haya pasado ningún rincón, y lo dejamos todo listo.

Empezamos mezclando la harina con el azúcar y la levadura. Por otro lado ponemos a escurrir la piña y reservamos el jugo.

Batimos después el hueco en un cuenco para luego añadirle la mantequilla derretida (unos segundos en el micro y listo), la vainilla, la leche y 40 ml del jugo de piña. Lo removemos todo y añadimos la piña en trozos no muy pequeños, aunque ya al gusto de cada cual. Es en ese momento también tocaría añadir el ron si os habéis animado a probarlo así. 

Ya solo queda añadirle la mezcla de harina y trabajar bien la masa hasta que la masa se vuelva homogénea. Cuando esté listo, para el molde y directo al horno. El tiempo de cocción es de 30 minutos aunque no olvidéis comprobar que se haya hecho bien por dentro.

Un poco de coco para adornar y a enfriar. 

Fácil ¿verdad? Pues solo 180kcal por porción, nada mal para un pastel.  La receta da para 9 porciones para que os hagáis una idea. ¡No olvidéis avisar si la probáis!